miércoles, 28 de abril de 2010

La masturbación masculina



Guillermo Cabrera Infante

Tres tristes tigres
"Ingeniosa criatura digo yo No sé por qué me recuerda el jugador de ajedrez de Maelzel pero Silvestre no está interesado ya en mi ingenio que se hace tan privado como la masturbación."

"Una puta generosa, solamente dos años mayor que él, lo introduce al secreto arte de la masturbación."

La habana para un infante difunto
"No voy a hablar del desmedido aprecio por uno mismo sino del amor bien entendido que, como la caridad, empieza por casa, por la casa del propio cuerpo: ese campo de batalla sexual en que tuve tempranos triunfos y en el que no sufrí una sola derrota. Hablo de la masturbación, esa que se llamó paja al principio (fue mucho después que vino a ser masturbación pero por mucho tiempo fue paja solamente y su ejercicio hacerse la paja), en ella, por ella, gracias a ella vencí mi soledad: nunca me sentí solo con mi mano y todavía recuerdo el momento de amor más imperecedero que sentí en mi vida el día, después de años de práctica pajera, en que en uno de los baños de Zulueta 408 yo solo con mi mano produje un instante que duró más de un instante, inmortalidad temporal, el lapso de tiempo que tomó la venida, demorada muchas veces, hecha interrupta como un coito, saliendo el pene de la mano, la mano soltando el pene en el último instante, hasta que la culminación se hizo avasallante y el hundirse del piso de cemento húmedo,logrando la desaparición del espacio (no más suelo, no más paredes, no más puerta, el techo elevándose miles de metros por encima de la ducha fundida y el cielo fue testigo), el momento hecho todo de tiempo, oyendo una canción en un radio lejano que sonó como debían sonar los sones celestiales, la música de las esferas, los acordes perfectos para un oído musical, hundiéndome, hundido, cayendo con las piernas aflojadas, cediendo bajo el torso (porque el
vientre y el bajo vientre se habían volatilizado) pero la mano derecha existía todavía soldada a mis partes sólidas en ese momento -catedral de mi religión- y por cuya causa, plexo universal, dejaba de existir ahora todo el cuerpo, latiendo como un enorme corazón solitario que diera sus últimos latidos, temblando como carne con temblor postrero, estertores del yo, desaparecido el ser en el semen que iba a pegar en chorros espasmódicos contra la materializada puerta ahora metro y medio más allá, no sabiendo entonces que nunca después iba a sentir tan intenso eso que todavía no se llamaba orgasmo, la que era venida de venidas."

Mario Vargas Llosa
Los cuadernos de don Rigoberto
"Antes, debo decirle que los únicos deportes a los que exonero de la picota son los de mesa (excluido el ping-pong) y de cama (incluida, por supuesto, la masturbación)."

"Mi individualismo no me lleva, claro está, a hacer el elogio del soliloquio sexual como la forma más perfecta del placer; en este campo, me inclino por los diálogos de a dos o, máximo, de a tres, y, por supuesto, me declaro encarnizado enemigo del promiscuo partouze, que es, en el espacio de la cama y el fornicio, el equivalente del colectivismo político y social. A menos de que el monólogo sexual se practique en compañía —en cuyo caso se vuelve barroquísimo diálogo—, como se ilustra en esa pequeña acuarela y carboncillo de Picasso (1902/1903) con la que usted puede recrearse en el Museo Picasso de Barcelona, en la que el Sr. D. Ángel Fernández de Soto, vestido y fumando la pipa, y su distinguida esposa, desnuda pero con medias y zapatos, tomando una copa de champaña y sentada en las rodillas de su cónyuge, se masturban recíprocamente, cuadro que, dicho sea de paso, sin ánimo de ofender a nadie (y, menos que nadie, a Picasso) considero superior al Guernica y Les demoiselles d'Avignon."

Este capitulo aun esta en edicion. Vuelve pronto para que vayas viendo los avancez. Si tienes alguna pregunta sugerencia o comentario escríbenos a sexoescritoperu@gmail.com

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